Cada vez más personas intentan romper marcas personales con ejercicios extremos. Sin embargo, es importante no ignorar señales que advierten sobre excesos potencialmente dañinos
Empujar el cuerpo al límite en entrenamientos intensos, esforzarse por romper marcas personales y alcanzar el máximo rendimiento físico se ha vuelto una tendencia en el mundo del fitness, con ejercicios que ganan popularidad como HIIT y CrossFit. Buscar superar cada vez más el umbral de esfuerzo puede ofrecer grandes beneficios, pero también conlleva riesgos si no se toman las precauciones adecuadas; el dolor persistente, la fatiga extrema y otros síntomas pueden ser señales de que el cuerpo está sobre exigido, y no prestarles atención puede llevar a consecuencias inesperadas y potencialmente peligrosas para la salud.
La rabdomiólisis, producida por necrosis muscular, es una afección médica grave en la que el tejido del músculo se descompone y libera proteínas y otras sustancias dañinas en el torrente sanguíneo. Esto puede afectar especialmente a los riñones, ya que la filtración de estas sustancias puede dañarlos, provocando complicaciones como insuficiencia renal aguda e incluso, en casos extremos, la muerte.
La principal proteína que se libera durante este proceso es la mioglobina, que al descomponerse se convierte en compuestos tóxicos para las células renales. Aunque no es una condición común, su aparición está relacionada con eventos que someten a los músculos a un gran estrés, como los entrenamientos de alta intensidad, lesiones traumáticas o el uso de ciertos medicamentos.
Síntomas y diagnóstico
Los síntomas iniciales de la rabdomiólisis pueden pasar inadvertidos o confundirse con molestias típicas del ejercicio, pero existen señales de alerta. Uno de los síntomas más característicos es la aparición de orina oscura, de color rojo o marrón. Esto se debe a la presencia de mioglobina. Otros signos son dolor muscular persistente, rigidez y debilidad muscular que no desaparecen con el descanso. La fatiga extrema y la disminución de la producción de orina son también síntomas a tener en cuenta.
El diagnóstico se realiza a través de pruebas de sangre para medir los niveles de creatina cinasa (CK), una enzima que se eleva cuando el músculo se daña, y análisis de orina para detectar mioglobina. La presencia de niveles elevados de CK y la mioglobinuria son indicativos claros de esta afección.
Causas y factores de riesgo
La rabdomiólisis puede ser causada por diversos factores, pero el ejercicio excesivo es uno de los desencadenantes más comunes, especialmente cuando se lleva al cuerpo a un nivel de esfuerzo que excede sus límites. Otros factores de riesgo incluyen lesiones traumáticas, como accidentes o caídas graves, quemaduras y uso de ciertos medicamentos o drogas, como estatinas, cocaína o anfetaminas. Hay grupos más propensos a desarrollar esta afección, como las personas con condiciones genéticas como la anemia falciforme, enfermedades metabólicas o anomalías en la función mitocondrial de las células musculares.
Un factor que ha contribuido a un aumento de casos es la popularidad de los entrenamientos de alta intensidad, como HIIT (entrenamiento por intervalos de alta intensidad) y CrossFit, y la presión de algunos entrenadores por llevar a sus atletas al límite, sin considerar los riesgos.
Aumento en la incidencia de casos
Los casos de rabdomiólisis han aumentado considerablemente en la última década. Un estudio de 2021 mostró que las visitas a hospitales por esta afección se multiplicaron por diez entre los años 2000 y 2019. Además de la creciente afición por los ejercicios de alta intensidad, este incremento puede estar relacionado a una mayor conciencia sobre este problema, lo que lleva a más personas a consultar a especialistas.
Según MedlinePlus, lo fundamental es la prevención, especialmente si se practican actividades físicas intensas. Incrementar la intensidad de los entrenamientos de forma gradual permite que el cuerpo se adapte al esfuerzo sin sobrecargar los músculos. Mantenerse bien hidratado antes, durante y después del ejercicio ayuda a proteger los riñones y facilita la eliminación de toxinas. Además, monitorear la frecuencia cardíaca durante la actividad física permite identificar cuándo se alcanza un nivel de esfuerzo adecuado sin sobrepasar el límite.