Son doce compañías las autorizadas a importarlo y comercializarlo, y trabajan en grandes predios alejados de la ciudad bajo estrictas medidas de seguridad establecidas por la Agencia Nacional de Materiales Controlados (ANMaC)
Desde el martes 4 de agosto, las imágenes de la explosión que sacudió a Beirut circulan por distintos canales de televisión y portales de noticias de todo el mundo. Las redes sociales tampoco son la excepción. De acuerdo con la información que brindaron los directores de Aduanas y Seguridad de El Líbano, la catástrofe (que dejó más de 100 muertos y miles de heridos) se debió a la detonación de un almacén repleto de “materiales de alto poder explosivo”, entre ellos, nitrato de amonio.
El nitrato de amonio es una sal formada por iones nitrato y amonio. Se trata de un compuesto incoloro e higroscópico (N. de la R.: que absorbe la humedad) altamente soluble en agua, que suele ser utilizado como fertilizante. Sin embargo, ese no es su único uso. Sirve también para fabricar explosivos y, por lo tanto, su utilización está regulada por la Agencia Nacional de Materiales Controlados (ANMaC).
En Argentina, las empresas que están autorizadas a importar y comercializar nitrato de amonio son doce: Compo Argentina S.R.L.; A.C.A. Coop. Ltda.; Agrefert Arg. S.A.; Austin Powder Argentina S.A.; Bunge Argentina S.A.; Dirección General de Fabricaciones Militares; Enaex Argentina S.R.L.; Nidera S.A.; Orica Argentina S.A.I.C.; Profertil S.A.; Yara Argentina S.A; e Y.P.F. S.A.
Infobae se puso en contacto con dos de ellas para conocer de qué manera trabajan con este producto que, además de ser tóxico al tacto y altamente inflamable, se cree que fue el explosivo utilizado en el ataque contra la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) en 1994, que se cobró la vida de 85 personas. El gran interrogante: ¿podría ocurrir en Argentina lo que pasó en Beirut?
Norberto Muñoz (53) es el director de Agrefert Arg. S.A. Con más de dos décadas de trayectoria, la empresa de fertilizantes está situada en el Complejo Industrial Ramallo–San Nicolás (COMIRSA), en un predio de 50.000 metros cuadrados y cuenta, entre otras cosas, con un depósito de almacenaje de nitrato de amonio de 10.000 toneladas de capacidad.
A la charla se suma el ingeniero Miguel Toselli (59) de Fabricaciones Militares: el organismo estatal argentino que depende del Ministerio de Defensa de la Nación y que también está autorizado a importar nitrato de amonio al país. “Traemos dos tipos y ambos pueden ser utilizados para fabricar explosivos que se utilizan para la minería”, explica Toselli, director de Fábrica Militar Villa María (Córdoba) y Planta Jáchal (San Juan) que, en total, suma 350 empleados.
Según Toselli sus empleados trabajan bajo estrictas normas de seguridad. Algunos tienen años de trayectoria. También hay gente joven, pero para manipular el nitrato de amonio reciben una capacitación muy prolongada. El objetivo es que lo hagan de manera segura. “Deben usar elementos de protección personal porque, además, estos productos suelen ser o corrosivos o irritantes. Por eso no es conveniente tocarlos con la mano ni inhalar el polvillo. Por otro lado, hay personas que están permanentemente supervisando que los operadores y sus jefes cumplan con las normas de seguridad. El riesgo se minimiza”, advierte el ingeniero.
Norberto Muñoz (Agrefert Arg. S.A.): En nuestro caso el abastecimiento está vinculado a la estacionalidad del ciclo agrícola y a la demanda de fertilizantes. De cualquier forma, la ANMaC hace un seguimiento mensual de nuestro stock. Cada remito que sale debe estar nominado e identificado.
-Para cerrar: ¿ustedes creen que podría ocurrir en Argentina lo que pasó en Beirut?
Miguel Toselli (Fabricaciones Militares): Por las características del producto que fabricamos la respuesta sería positiva. Pero, por las normas de seguridad con las que cumplimos la respuesta sería negativa. Nuestras instalaciones están a la intemperie y, además, ANMaC nos exige un distanciamiento entre el lugar donde se procesa el nitrato de amonio y el lugar donde se va a almacenar. Tanto la fábrica de Villa María como la de Jáchal tienen predios que superan las 300 hectáreas. Si vos ingresás a una zona de almacenamiento de Fabricaciones Militares vas a ver que hay como pasillos internos, tipo góndolas de supermercado. Esto facilita la ventilación y evita cualquier punto que pudiera generar inflamación. Por otro lado, utilizamos iluminación natural o iluminación con antiexplosivos para evitar, por ejemplo, que una chispa genere un incendio que haga detonar el material, como sucedió en Beirut.