Ciento cincuenta integrantes de La Guardia Imperial exigieron que se abra El Cilindro para hacer el velatorio de uno de sus jefes históricos. Quién era el «Rulo» y cómo sigue la guerra por el mando de la barra. El silencio de la dirigencia y el poder real de los violentos
El sol pega fuerte en la avenida Mitre al 1200, lugar donde se empieza a concentrar la gente. Son las 8:30 del domingo y ya hay 50 autos, dos camionetas, 10 motos y una pick up destartalada. Todo adornado con banderas celestes y blancas.
La caravana de más de 150 personas arranca por Mitre para ir hacia la calle Italia. Cualquier desprevenido puede creer que es una manifestación partidaria que va en masa a votar, a demostrar su fervor cívico por la Argentina. Error.
Los que marchan son integrantes de La Guardia Imperial de Racing. El objetivo es hacer pasear por el estadio el féretro de uno de los capos históricos de la barra: Luis Ignacio Gómez, alias «Rulo», fallecido el viernes.
Llegan hasta la entrada del Cilindro de Avellaneda y está cerrado. Eso no es impedimento. Hay bocinazos y varios llamados por teléfono.
Dos son los hombres de seguridad del club que a esa hora protegen las instalaciones. Ante el cariz que comienza a tomar la situación, ofrecen nula resistencia: abren la puerta 12 bis, por la que se ingresa a la popular local y allí, con el cajón mortuorio, las 150 personas descienden los escalones, cantan por «la Acadé» y se meten en el campo de juego.
Y como si fuera el campeonato logrado por el equipo de Diego Cocca en 2014, dan la vuelta olímpica al grito de «El Rulo es de Racing, de Racing no se va».
La escena dura 15 largos minutos donde la seguridad no atina a llamar a la Comisaría Primera, que tiene jurisdicción sobre el estadio Presidente Perón. Sólo se comunican con miembros de la comisión directiva que piden que nada se haga público, intentando barrer bajo la alfombra lo que todos saben: que la barra se maneja como si la cancha fuera de su exclusiva propiedad sin que nadie ni nada los pueda parar.
El hecho tiene, además, un componente que lo hace aún más complicado: por el caso de Rulo es que la semana pasada se fracturó la facción oficial de la barra en un episodio que incluyó un herido y varios disparos de bala.
Y la de ayer fue una demostración de poder en una guerra que anticipa capítulos aún más graves y que tendrá una prueba de fuego este sábado, cuando Racing juegue por la Copa Argentina con Mitre de Santiago del Estero en el estadio de Gimnasia de La Plata. Partido que debió jugarse el miércoles anterior y que se suspendió por aquella balacera.
Para intentar prevenir otro episodio sangriento, la Seguridad Deportiva puso derecho de admisión a los jefes de ambas facciones e incluirá ahora a quienes estuvieron en el velorio. Ojalá alcance.
Para entender la guerra hay que remontarse en la historia. Luis Ignacio (55) era el mayor de los cuatro hermanos Gómez que formaban la famosa banda de Los Rulos de La Guardia Imperial y el que aún iba a la cancha. Uno había fallecido en un enfrentamiento con la Policía y otro en un accidente en la Panamericana cuando iba a ver a Racing a Rosario.
Y si bien Luis se había mudado a la platea cinco años atrás, les había pasado el mando del paravalanchas a tres de sus hijos: Jesús, Walter y Nicolás. Estos, por el peso del apellido y su propia decisión, comenzaron a ganar cada vez más espacio en La Guardia Imperial, hasta liderar a un grupo de 20 barras que eran la segunda línea más fuerte de los capos, Raúl Escobar y Nelson Medina Lopetegui.
De hecho, el trío viajó el mes pasado con todo pago a Colombia para ver a Racing frente a Independiente Medellín en su última excursión sudamericana.
Al regreso, vieron que la enfermedad de su padre había recrudecido y habrían buscado que los jefes financiaran con 30.000 pesos un tratamiento médico. Parecía poco teniendo en cuenta que la barra factura 300.000 pesos por partido con los trapitos, la venta de merchandising, la reventa de entradas y el narcomenudeo. La respuesta negativa originó la balacera de la semana pasada.
Días después, la vida de Rulo se apagó y sus hijos decidieron entonces aliarse a la facción Villa Corina de la barra, que dirige Leandro Paredes y está en guerra con la oficial. Y formaron un grupo que está decidido a ir por todo.
Ayer hicieron una demostración de fuerza velando a su padre en el estadio. Y poniendo en alerta a todo el mundo Racing, que una vez más ve cómo ese monstruo que crearon llamado La Guardia Imperial se volvió incontrolable.
Fuente: Infobae