MENDOZA.- «Dejame disfrutar un poco», le dice Carlos Tevez a un periodista, que en la puerta del vestuario de Boca le pregunta si esta consagración en laSupercopa Argentina puede anticipar su retiro del fútbol profesional. Mientras responde otras consultas, se toca la medalla, que hace más de una hora brilla sobre su pecho.
El Apache es consciente de que cada día que pasa forma parte de una inevitable cuenta regresiva que culminará el día que decida colgar los botines. Pero mientras, disfruta y colecciona títulos. Porque con el de anoche llegó a 27 y se convirtió en el segundo argentino más ganador, detrás del insaciable Lionel Messi (33).
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2️⃣7️⃣ títulos de este fenómeno!!! Felicitaciones amigo sos crack! ESTO ES BOCA @pipabenedetto 👊🏾
Cerca de Tevez se lo ve a Daniel Angelici , que también festeja. Más que la alegría por la coronación, el dirigente tomó nota de todo lo que su gestión no perdió con una hipotética derrota. Así de injusto suele ser el fútbol. Si Andrada no estiraba a tiempo su brazo o si Buffarini o Izquierdoz o Pavón tiraban sus penales a las nubes otro habría sido el cantar y otros habrían sido los rostros en este vestuario que derrocha desahogo.
La puerta del vestuario del campeón está superpoblada. A la gente de la TV oficial se le suman otros medios, familiares de los futbolistas que dijeron presente en el Malvinas Argentinas, dirigentes de diverso rango y los utileros, los únicos que en el medio de los festejos no detienen su ir y venir, llevando los bolsos al micro.
Como fiel exponente de estos tiempos, cada vez que se abre la puerta del vestuario se ve a varios futbolistas revisando sus celulares y publicando fotos del festejo en sus redes sociales, casi en tiempo real.
En medio de ellos aparece Gustavo Alfaro , que exhibe su emoción por el primer título logrado como entrenador de Boca. Con apenas cuatro meses de gestión, es el que más rápido puede celebrar una coronación con el club en lo que va del siglo, después de que Jorge Chino Benítez condujera al Xeneize a la Sudamericana 2004, apenas dos meses después de hacerse cargo del equipo.
Mientras, Christian Gribaudo se abraza con todo aquel que cruza en el camino. Al secretario general, candidato que el oficialismo impulsa para las elecciones de diciembre próximo, se lo nota exhausto. Como si él, y no Villa, hubiera jugado de delantero por izquierda. Como si él, y no Andrada, hubiera tenido la responsabilidad de atajar un penal en la definición. «Qué importante es esto. Qué importante.», repite otra vez, mientras se pasea con una gorra blanca con visera luminosa que destaca el título obtenido. Otro dirigente propone volver al campo de juego y celebrar con champagne y un habano a la luz de la luna mendocina. Algunos lo acompañan.
Ocurre que no solo para el plantel era muy importante sacarse rápido el estigma deequipo perdedor de finales, sino también para la actual conducción. Porque desde que Daniel Angelici fue reelecto, a fines de 2015, Boca se había ido derrotado de tres finales coperas. Y eso es algo que repercute en la gestión, aun cuando el propio presidente considere muy ingrato que así sea. Como suele decir: «Vos podés hacer todo bien, pero si la pelotita no entra, nada alcanza.»
Angelici, que tras la anotación del penal de Izquierdoz abrazó con fuerza a su hija, confesó que les había pedido a los jugadores que hicieran un esfuerzo para no perder anoche, debido a que hoy cumple 55 años y quería celebrarlo con alegría. Los muchachos cumplieron y le regalaron la estrella número 68 del club y una copa que hasta ahora era inédita en las vitrinas de Brandsen 805. «Es lo único que les pedí, el regalo de cumpleaños después de la medianoche», confesaba el mandamás xeneize».
Fiel a su estilo, Alfaro declaró ante las cámaras que buena parte de esa medalla que lucía sobre su pecho es de Guillermo Barros Schelotto. Que gracias a la Superliga que obtuvo Boca con la gestión de los Mellizos es que se ganaron el derecho a jugar contra Rosario Central. Además de ese gesto, el DT valoró la victoria como símbolo del final de una racha adversa.
A la 1.15, dos horas después de que Izquierdoz sentenciara con su penal que Boca es el nuevo campeón de la Supercopa Argentina, el plantel xeneize abandonó el vestuario. Lo hicieron en fila y con muy buen humor. Si uno se detenía a hablar con la prensa, como por ejemplo Zárate, el que venía atrás, Ábila, lo arrastraba y entre risas decía: «Se tiene que ir, se nos va el avión». Y si Nandez era el que dialogaba con los medios, aparecía Pavón con su parlante bluetooth a todo volumen y la cumbia anulaba cualquier intento de diálogo con el uruguayo.
Una vez que Andrada y Alfaro, los últimos, se subieron al micro, llegó la sesión de fotos del equipo con la Supercopa. Y un instante después, comenzó el camino de regreso a Buenos Aires, que se concretó cerca de las 4 de esta mañana.
Boca se fue de Mendoza con un trofeo de peso: su primera Supercopa Argentina. Pero en tierras cuyanas dejó un peso más grande: la de detener la serie de finales perdidas. Dejó atrás ese karma y ahora construye otra vez desde la vereda del ganador.
¡Dale campeón, dale campeón! 🎶🎶#OtraCopaBoca 6⃣8⃣🏆pic.twitter.com/gMa7YF9DGw
— Boca Jrs. Oficial (@BocaJrsOficial) 3 de mayo de 2019
FUENTE : LA NACION Por: Pablo Lisotto